18.2.11

agarro, entro al correo. nada. entro al otro correo,nada de nada. empiezo por los sitios de siempre, tal y cual blog, tal y cual página, tal y cuál wordpress. luego, si mi interés no se detiene en alguno de los placebos antedichos, caigo en la maldicha o maltrecha red social más promocionada del mundo por estos días. me presento discreto, no hablo con nadie, salvo casos excepcionales de deudas, datos relacionados a un trabajo que me está por salir hace tres años y medio, o algún chisme demasiado importante como para esperar ver a esa persona personalmente (valga la falta de adjetivos) y me dispongo a observar, husmear, moverme de aquí para allá hasta encontrar algo que me detenga por más de un minuto y medio. no más.-no hay solución- luego, sigo. mientras pienso que porqué diablos no termino el libro que descansa a mi lado con cara (o tapa) de putiarme*, en vez de perder tiempo en esta cosa (la llamo cosa, de nuevo, a riesgo de errar en alguna adjetivación)
cuando puedo salir de esta red social intrincada, enmarañosa y terriblemente adictiva, vuelvo a recomenzar mi ritual.

((hay veces en que pienso que mi visión va a empeorar con el tiempo, pero me alivia la convicción de que las generaciones venideras van a tener mejores ojos que los míos para poder hacer un uso más provechoso, constante, profundo, comprometido, pertinente, perspicaz y elevado de este monstruo de infinitas proporciones.))

entonces, cuando recomienzo la ruta, me doy la posibilidad de bifurcar el camino y entrar a links relacionados, y bajar una banda que no conozco de un sitio que nunca visité, entonces me siento un aventurero, un ser arriesgado que se interna en la misteriosa amalgama de FDMs.







*- aunque no parezca en estas líneas, soy de los que piensa que los libros de papel y cartón o papel y papel más duro, son más amenos y empáticos que el frío monitor pixelado.