22.5.08

una tarde jodida (estilo B)

Realmente estaba aturdido. Me había tomado esa botella de vodka hacía una media hora, y ya estaba lo suficientemente mareado como para ir a dar un paseo a la calle, y que la gente no me molestara. Esperaba a que esa condenada dorixina hiciera efecto. Estaba realmente jodido, no hacía otra cosa que mirar al suelo esperando dormirme repentinamente, sentado en la puerta de mi casa. Una calle corta. Demasiado corta y llena de niños chillando todo el tiempo. Niños que sus madres dejan por ahí para hacer quién sabe qué cosas.

La cosa es que yo estaba ahí sentado esperando dormirme. Eran las tres y veinte de la tarde. Recién comenzaba el día y yo, ahí sentado, ya lo estaba terminando, y de una manera muy triste.

Encendí un cigarrillo. Un cigarrillo en el momento indicado podía cambiar realmente las cosas. Podía dejarlo a uno realmente en una buena situación. En esta ocasión no fue así. Esas cosas también pasaban.

Giro la cabeza en un intento de recomponerme. Veo que se acerca Valentina con una figura realmente buena. Valentina era de esas chicas que pasaba una semana, y podía cambiar radicalmente en apariencia. Era como si fuera otra persona. Creo que tenía problemas episódicos con la mariguana, algo del ánimo que incidía directamente en su aspecto. La conocía ya hacía unos años, y no habían secretos. Me respetaba mucho. Creo que le agradaba que la escuchara. Siempre se ponía a contarme de sus andanzas por ahí. No hablaba demasiado, sólo cuando tomaba de más. Lo cierto es que llevaba muy buen aspecto, se destacaban sus curvas, se notaba que ésta era una buena semana para ella. La semana que viene estaría destruida.

-Marco, como te ha ido?

-Nada extraordinario, el perro de enfrente me meo la acera, pero no hice nada porque está realmente grande. No me gustaría morir por un orín canino… aparte si lo enfrento con mi pequeño Toby, dios sabe que no duraría un minuto, sería comida de chino en menos de que puedas decir no lo comas.

-Me peleé con Franco. Un imbécil. Se acostó con otra y luego viene a decírmelo pensando que me conmovería verlo llorando, como un perro sarnoso, con el jueguito de la honestidad ese…

-No seas tan cruel, si no recuerdo mal, vos lo engañaste con migo...al menos él te lo dijo…

-Si, pero es diferente. Yo te conozco hace tiempo, y esta perrita salió de la nada.

-Ah…

-Aparte, ya no lo soportaba. Por mí que se valla con cualquiera, es un pobre diablo. De cualquier forma lo iba a dejar. Se lo tendría que agradecer. Me facilitó el trámite. Ahora puedo cogerme a quien quiera, sin ningún rollo de culpas.

La mierda, Valentina estaba realmente buena esa tarde. Estaba presintiendo algo de Valentina, era esa puta intuición, o algo parecido. Veía cómo la pequeña Val me hablaba cada ves más cerca, y hacía que tocara sus fornidas piernas con las mías, ya me estaba poniendo caliente. Me sentía devastado, y quizá algo de sexo podía mejorar mi tarde, seguro. Se lo dije sin concesiones.

-Hey Val, podríamos tomarnos unas cervezas en casa y luego coger sin ningún rollo de culpas, qué te parece. Tengo unas Stella Artois en la heladera.

-Tenés unos Richmond que me puedas convidar?

-Sabés que no ando con esos, pero…

-No dejá. Me voy a comprar un paquete.

-Bueno val pero no querés entrar, leer poesía basura y charlar de las plantas de celulosa o algo? Luego cogemos sin culpas.

-No Marco, no entendés? Sos un imbécil. Siempre estás pensando en eso, me voy a dormir a casa, creo que va a ser más productivo.

-Como quieras, yo voy a estar acá, con mi cerveza y mi culo en el sillón.

-Bueno, quizás venga más tarde y tomamos algo, ahora estoy enojada.

-Saludos a Franco.

-Que te pudras.

Realmente era una tarde jodida. Nada lo podía arreglar. Me puse a pensar en los ritos de seducción de los perros. De sus cosas. Cómo el perro con olfatearle el culo a una perra, ya tenía su noche asegurada. Qué puta suerte la de Toby. Lástima que nunca salía.